jueves, 2 de mayo de 2013

Capítulo Treinta y dos

"Señor Alfonso, ¡tú debes tener en casa un montón de regalos del Ratoncito Perez!"


 Esto fue lo que le dijo mi sobrino al portero del colegio al que va, que apenas tiene tres o cuatro dientes.

 Y fue cuando me lo contó mi hermana que empecé la dinámica de leer libros dedicados por y para los niños; leer en la biblioteca "Érase una vez el hombre" entre otras colecciones, y tener ahora entre mis manos otro libro maravilloso llamado "70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea", que realiza preguntas maravillosas como: ¿con qué sueñan los ciegos? ¿cómo se cose por dentro la última pieza de un balón de fútbol?

 Quizá mi sobrino aprenda tantas cosas inútiles de los adultos que un día deje de preguntar "¿por qué?" para empezar a simular que ya lo sabe todo.

 Quizá mi sobrino se relacione con tantos humanos que acabe diciendo "yo soy así", cuando a día de hoy juega y hace cualquier cosa si es con alguien.


 Mientras todo eso sucede y mi sobrino va aprendiendo o desaprendiendo cosas, yo seguiré aquí sentado en el suelo y apoyado en el sofá, escuchando la maravillosa canción "Qualsevol nit pot sortir el sol" de Albert Pla, deseando saber ¿por qué no hay moscas en verano? y ¿Dónde está el viento cuando no sopla?

 Quizá yo consiga aprender cosas más importantes y olvidar lo que es una hipoteca, el Ibex 35 o la globalización. Y quizá también, más allá de mis uñas y el teclado, el Señor Alfonso esté buscando tras los cojines los regalos del Ratoncito Pérez......


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