martes, 31 de agosto de 2010

Capítulo Seis

Cuando era pequeño hacía puzzles. Me apasionaba pensar que cogía una realidad descompuesta para darle la forma correcta, y ahora entiendo muchas cosas.

La vida es una realidad fragmentada, multitud de cosas en dispersión que no acabamos de disfrutar. Me gusta pensar que algún día cuando me quede sin aliento y me lleve la muerte en la acera de alguna ciudad, en los congelados de algún supermercado o sobre el polvo de alguna escalera repasaré cerrando los ojos las piezas que habré unido a mi puzzle...mientras sonrío.

Y además tiene sentido porque me recuerdo jugando con mi padre que me ayudaba a encajar las piezas y las primeras eran difícilísimas de colocar, porque cuando hay pocas todo es más inestable, encajan y se despegan enseguida llevándotelas con la yema. Sin embargo, cuando tenías muchas más piezas todo encajaba perfectamente, la estabilidad de todas las demás facilitaba las cosas y además te dibujaba una sonrisa enorme aproximarte al dibujo real, ver que todo estaba más lleno.

Y así es la vida; cuantos más amigos tienes, más deseos, más inquietudes, cuanto más te realizas en tu trabajo, cuanto más aprendes y más abres tu horizonte, más estable es tu vida y más feliz eres. A veces algo se despega o te hiere pero todo está tan conectado que no consigue quitarte la sonrisa.

En cambio, al vivir con pocas piezas y llevar una vida rutinaria con tu pareja, o con el único amigo al que recurres, o yendo al bar de siempre....te sume en la tristeza lo fácil que algo te hiere y te hace dependiente....


Así que seguiré jugando; quizá ahora, mi próxima pieza seas tú!