viernes, 22 de junio de 2012

Capítulo Diecisiete

Después de tener 5 hijos y pasados 7 años desde el último, mis padres reunieron fuerzas para obsequiar al mundo con una maravilla de rasgos levemente arábicos y con un ingenio fuera de lo normal por demérito de los demás. Era yo, nací unos 9 meses después de que se dejaran llevar.

 Mi padre no me miró jamás sin sonreirme y mi madre me ha mirado ya de todas las formas posibles, siempre con mucho amor y la mayoría de veces con perplejidad ante lo que ve. La diferencia de edad con mis hermanos ha hecho que desde pequeño fuera muy observador, aprendiendo muchas cosas de ellos. Aprendí a tener entre 15 y 27 años solo con 8; largas esperas para conseguir ir al baño, ver a gente fumando a escondidas con mirada de "te voy a joder las comidas de aquí a que te vayas de casa como digas algo", hacer los test de "cómo conquistar a tu chico" de Cosmopolitan y Glamour mientras defecaba felizmente para disgusto de los demás (me refiero a la espera no al olor)...

 En lo personal, me tiraba pedos en la bañera y reía como un tonto, también me reía mucho cuando me los tiraba fuera de ella. Escribía cartas de amor a alguna vecina y a alguna chica de clase con unos 10 años hasta que fui correspondido por una de ellas y descubrí que no sabía porqué lo hacía, al igual que ahora..

 De pequeño pensaba en la muerte, la idea de dejar de existir me estremecía hasta que tuve una enfermedad de corazón y la deseé. Viajé muchísimo, por Europa y fuera de ella, sintiendo una emoción incomparable cuando leía el nombre de alguna ciudad o pueblo que me resultaba nuevo y extraño. Durante ese tiempo tuve ansiedad, tuve sexo, leí muchísimo y vi marchar a mi padre.

 Viví ciertos hechos traumáticos que me han convertido en una persona que analiza mucho las cosas, que le da importancia a cosas que no la tienen para la gente normal y que no le da ninguna a cosas por las que la gente generalmente se vuelve loca. No creo en primas de riesgo, en idiomas de estado, ni en operación bikini...creo en la raíz, en las cosas de verdad, en las sonrisas.

 Dejo notas bajo la arena o entre las piedras, con reflexiones o frases que me parecen interesantes allí adonde voy. Dejo alguna moneda en una cabina telefónica para la sonrisa del que la encuentra y murmura lo imbécil que es el que se la ha dejado. Dibujo una casa, árboles y un camino con un sol en la esquina izquierda cuando pago con tarjeta, bajo la atónita mirada de la dependienta con la intención de sacarla de su mediocre rutina. Miro fijamente a los ojos e incomodo hasta reventar, hago la pregunta inadecuada pero a la vez importante y recordable.

 Protegido por ser el pequeño de seis hermanos y por ser el último superviviente que vive bajo el cobijo de su madre, tengo algunos rasgos de inseguridad que se han acentuado bajo algunas vivencias desagradables. Tengo muchas caras, como el resto de seres humanos soy muchas cosas. Me gusta la paz como le gustaba a mi padre y me gusta hacer reir a los demás, pues la vida se cuenta por las veces que tu labio inferior (hablamos de la cara) se aleja de tu nariz; aunque si eres chica la vida también se cuenta por las veces que tu labio inferior se aleja de tu nariz, aunque con cuidado...

 Soy especial, no sé si mucho más especial que otros, pero me gusta como hago, me gusta lo que saco de los demás y lo que aprendo de todos y cada uno de vosotros. Este soy yo, puesto que me lee mucha gente que me cree conocer y otra que no me ha visto jamás. No soy nada más que un montón de piezas, de trocitos de experiencias que os cuento hoy sin ánimo de haceros sonreir ni reflexionar.

 Solo soy yo, es una hemorragia de satisfacción que me conozcais. Espero conoceros pronto, que no temprano....