jueves, 25 de abril de 2013

Capítulo treinta y uno

Mi segunda perspectiva sobre la felicidad: "No derrames las dos gotas de aceite"


 Cuando el Alquimista va en busca del secreto de la felicidad consigue llegar hasta un gran castillo donde le recibe el Gran Maestro que debe responder a su pregunta. El Maestro le dice que le responderá pero que antes debe darse una vuelta por el castillo, aunque con una condición especial, debe ponerse una cuchara en la boca con dos gotas de aceite, y llegar otra vez hasta él sin derramarlas.

 El muchacho da largas vueltas por el castillo con mucha atención en no derramar las dos gotas de aceite; cuando llega hasta el maestro éste le pregunta si ha visto las alfombras persas, los candelabros y las pinturas egipcias, las espadas de oro....pero el Alquimista le contesta que ha estado tan preocupado de no derramar las dos gotas de aceite que no pudo fijarse en nada. "Vuelve a dar la vuelta"...dijo el Gran Maestro.

 Tras un buen rato el muchacho se presenta de nuevo ante el maestro: "me han encantado las alfombras persas, las espadas de oro...." "Pero has derramado las dos gotas de aceite" dijo el maestro. "Ese es el secreto de la felicidad" dijo el maestro, "ver todas las maravillas del mundo sin derramar las dos gotas de aceite".

 Y esta perspectiva de la felicidad reside también en el cómo; en la vida tenemos que conseguir nuestros sueños, aunque vivimos en un mundo de reglas en el que se nos imponen cosas. Hay unas reglas del juego que no hemos elegido ni nos gustan, y estas reglas son las dos gotas de aceite, PERO SOLO DOS GOTAS DE ACEITE. No las derrames, haz lo que tienes que hacer, pero juega bien tus cartas, porque TIENES QUE VER TODAS LAS MARAVILLAS DEL MUNDO! Para eso estamos aquí, para disfrutar y para gozar a cada minuto de todo lo que se pueda y lo que se quiera.

 Para conseguir tus sueños tendrás que trabajar duro, tendrás que implicarte, tendrás que agobiarte a veces y sufrir, esas son las dos gotas de aceite; pero no olvides que estas gotas te llevan a disfrutar las maravillas del mundo, este es el secreto de la felicidad...

 Parece razonable aceptar las cartas que la vida nos ha dado e intentar jugar una buen partida. Con malas cartas también se gana la partida...

Capítulo Treinta

 Mi primera perspectiva sobre la felicidad: "la felicidad está en la sala de espera de la felicidad"


 Imagina esto: un hombre tiene una perra que se llama Lola y cada día le da de comer. La comida está en la cocina y cuando su dueño se dirige hacia allí la perra ya sabe que va a ponerle la comida en la terracita. El hombre entra en la cocina y la perra salta y salta sin parar, va de un lado a otro como loca, levanta las patas hasta la cintura de su dueño. El hombre, abre la puertecita donde tiene la comida y llena bien su pala para dejarla en el cuenco que será comedero de Lola. Ésta sigue saltando y brincando por encima del dueño y casi lo tira cuando este va a la terraza y rellena el cuenco con la comida; está como loca de contenta! "Sin embargo (dice el dueño), cuando le dejo la comida en el cuenco, a veces come y a veces no..."

 Por eso la felicidad está en la sala de espera de la felicidad, porque la felicidad está mientras la buscas, mientras te encaminas a tus objetivos! La perra era una locura de felicidad de un lado para otro cuando ve que su dueño le va a poner la comida, pero luego, con la comida en el cuenco, pues a veces come y otras no!

 La felicidad está en el camino, no en el destino. Está en el cómo llego al qué, no solamente en el qué; porque la felicidad es ansiar cosas y luchar por conseguirlas, luego cuando uno las tiene....cuántas veces hemos deseado mucho algo que al tenerlo no nos ha supuesto tanto como pensábamos?

 Porque la felicidad está en el camino, porque se pasa más tiempo en el camino que en la meta, porque las tortugas nos pueden decir más del camino que las liebres....

Capítulo Veintinueve

 " El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar..."   Unamuno


 Siempre he sido una persona muy pasional, el hombre es verdaderamente eso de hecho, una máquina de expresar emociones. Carpe diem, la vida son dos días y mierdas varias que nos hacen levantar una copa un día de borrachera. Pero no funciona, eso no funciona.

 Y no funciona porque eso no da problemas cuando te lo aplicas a ti y para ti, pero cuando interviene el otro, ahí empiezan los problemas. Entregas porque amas y porque deseas, pero la otra persona no es alguien que está recibiendo cariño e interés, no te equivoques: la otra persona es una persona con unas creencias determinadas, con unas experiencias vividas agradables o desagradables que harán que seas el conejillo de indias de lo entregado. A quién le estás entregando ese paquete de emociones? Qué hace esa persona con ese mensaje? Lo sonríe? Lo abre y lo cierra? Lo lee o también lo siente?

 Y ahí entra la todopoderosa expectativa, no todo lo que hacemos tiene la intención de recibir algo a cambio, pero sí al menos con el trasfondo de saber a quién se lo estamos dando. A quién le estamos dando un pedacito de nosotros? Se merece tenerlo?

 Y como siempre sucede, resulta que nos estamos poniendo las mejores ropas para desconocidos, y vestimos los calzoncillos de andar por casa para aquellas personas que tenemos realmente cerca. Pero el homo erectus, cuando dejó su posición encorvada para ponerse de pie miró demasiado lejos, descuidando todo aquello que tenemos verdaderamente cerca, como la gente que sí te demuestra cosas y como tu propio pecho al que a veces no escuchas.

 Quizá la verdadera evolución supone volver hacia atrás y volver a la posición encorvada en la podíamos ver  solamente las cosas que uno tenía y sentía cerca. A la mierda el mundo y mis lágrimas....