Capítulo Veinticuatro

 "FUI" consciente, del verbo ser. (II)


 En un momento determinado del año pasado decidí coger las riendas de mi vida y empezar a construir, pero para edificar hay que allanar el terreno y así me fui despellejando. Para hacer lo que he hecho hay que tener unos grandiosos cojones, porque se trata de mirarse a uno mismo e ir levantando capas y capas de la piel hasta llegar al pecho que es dónde siente uno. Llegado a ese punto uno saca sus dolores y sus sufrimientos, enormes muros infranqueables.....pero llenos de grietas, grietas que advierten soluciones. Y una vez que uno se mira y se saca de dentro lo malo se siente más tranquilo, como cuando uno bracea en el mar cerca de una medusa con un terror infinito, pero medusa que sacado con un palo fuera del agua no parece más que un trozo de plástico.

 Y así fui curando mis heridas, pero abrir tantas capas va dejando heridas y sangre. Y aunque la herida se haya sometido a operación y consiga coserse exitosamente conlleva unos días de molestias....quizá meses. Y así fue mi 2012, lleno de heridas que uno es incapaz de dejar de pensar porque se es difícil dormir cuando llevas una herida al descubierto y se está besando con tus sábanas.

 Pero hay una cosa que tengo muy clara, y es que todo aprendizaje está siempre fuera de la zona de confort. El ser humano tiende a dirigirse a esa zona, donde se siente seguro pero donde no pasa absolutamente nada, NADA. La gente se despierta por la mañana (o eso cree) y se va a su trabajo deseando que sea la hora de finalizarlo, baja al supermercado con su cara gris y compra merienda, a veces incluso come, llega a casa deseando que los hijos no hagan mucho ruido y su mujer tampoco, y no pasa absolutamente nada, NADA!

 Y yo lo que he hecho es escucharme, sentarme y mirar mi pecho, y si me permites voy a contarte lo que he aprendido: